LA CIUDAD DE JUJUY Y EL “PRIMER ÉXODO DE 1812”
Jujuy a fines del periodo colonial. El funcionamiento de las
minas de Potosí requirió la recreación de una extensa red comercial, que
abarcaba casi todo el continente y era alimentada por la circulación interna de
la plata extraída de las minas. Pero los mayores excedentes los obtuvo la región
por el comercio de mulas. Las rutas más utilizadas hacia Lima es la del Este,
por Metán - Fuerte de Cobos - Jujuy - Quebrada de Humahuaca, todo movimiento comercial
beneficiaba a Jujuy, donde se concentraban las actividades mercantiles, el pago
de impuestos y todos los problemas conexos.
LA CIUDAD DE JUJUY
La cuidad de San Salvador de Jujuy formaba parte de la
provincia de Salta del Tucumán, cuya capital era la cuidad de Salta, donde
residía la máxima autoridad, el Gobernador Intendente. El poblado era pequeño y
era travesado por la calle del comercio (hoy calle Belgrano), que se extendía
desde la Plaza de Armas (hoy Plaza Belgrano) hasta los comienzos de los campos
de la Tablada (donde actualmente se encuentra el Hospital Pablo Soria y el
Parque San Martín). Comprendido entre los ríos Grande y Xibi-Xibi. Había sesenta
y cinco manzanas habitadas que pertenecían a una familia, a lo sumo, dos.
EL PRIMER ÉXODO
A fines de septiembre de 1810, el ejército auxiliar del
Norte llegó a Jujuy, modificando la rutina en la ciudad y convirtiéndola en un
cuartel de campaña. La elección de Jujuy para el asentamiento entre tropas
tanto realistas como patriotas, se debió a su ubicación geográfica estratégica
en la comunicación entre los Valles y el Alto Perú. Al amanecer del 23 den la
ciudad y los alrededores dan muestra de abandono por parte de su población,
mientras las tropas se preparaban a iniciar la marcha. El pueblo jujeño y los
restos del Ejército Auxiliar del Perú marchaban hacia el sur, transportando
toda clase de objetos valiosos y arriando los ganados y tropillas de los
valles. Luego de Tucumán, Belgrano decía: “...El espíritu de los pueblos cambió
admirablemente, porque poco antes manifestaban el ejército, indiferencia y
odio, pareciendo que preferían a Goyeneche, no habiendo un solo hombre que se
uniera a él. Ahora surgían las esperanzas y auxilios”.
EL GOBIERNO REALISTA
En tanto el grueso de la población y el ejército al mando de
Belgrano se retiraban hacia Tucumán, en la ciudad de San Salvador de Jujuy, se
juntaban los únicos que quedaron a son de campañas para tratar los oficios
recibidos. El 24 de agosto de 1812 penetra la vanguardia española en Jujuy,
cuyo objetivo es llegar a Tucumán, y desde allí, avanzar en procura de destruir
el centro de poder patriota que está en Buenos Aires. Permanecieron en la
ciudad durante seis meses; se saquearon las haciendas, en especial de los
emigrados, en búsqueda de alimentos que hubiese quedado. Una vez instalado el
ejército realista, asume Pio Tristán al gobierno de la ciudad y mediante
Proclama se dirige al alcalde.
CONCLUSIÓN: UNA CIUDAD DIVIDIDA
En toda América, en los primeros años de las “guerras por la
Independencia”. Ser español era una categoría étnica que comprendía a los
españoles tanto los nacidos en España como los nacidos en América (criollos),
era una identidad de la época. La condición de realista y patriotas o revolucionarios
era una condición política. Los oficiales realistas eran españoles en su mayoría,
y el resto era criollo, caso de Goyeneche y Pío Tristán. El concepto de lealtad
estaba unido al de patria y de fidelidad a las ideas, sentimientos y devociones.
En los primeros años de la revolución, aún estaba vigente el sentimiento
patriótico. La patria era simbolizada por el Rey y la religión. Recién el
término “patria” adquirió una nueva concepción en medio de la guerra.
Antecedentes
En el mes de mayo de 1812, el general Manuel Belgrano,
al mando del Ejército del
Norte, estableció su cuartel general en la ciudad de Jujuy, ubicada
en la desembocadura meridional de la Quebrada de Humahuaca, ruta principal de las
invasiones desde el norte. Enterado del avance del numeroso ejército realista,
Belgrano reclamó al gobierno de Buenos Aires refuerzos para la resistencia;
pero no obtuvo mayores auxilios, debido a que las autoridades del Primer Triunvirato estaban abocadas
principalmente a vencer a los realistas fortificados en Montevideo.
Por entonces llegaban hasta la zona las fuerzas patriotas derrotadas en
la batalla de Huaqui. Eran alrededor de 800
soldados, sin armas, afectados por el paludismo y
completamente desmoralizados. Belgrano
debía reorganizarlos, rearmarlos, restablecer la disciplina y dar ánimos a la
población. Para ello se volvió riguroso e inflexible con sus subordinados. Para
aumentar el fervor patriótico del pueblo hizo bendecir la bandera
Argentina en la Catedral, ignorando que la misma había sido
rechazada por el Primer Triunvirato (ya que el uso de una bandera propia era un
claro signo de independencia para los triunviros, que aún no deseaban
abandonar la máscara de Fernando VII.
En lugar de enviar refuerzos para atender el Frente Norte, el Triunvirato, a través de su ministro Bernardino Rivadavia, ordenó la retirada del Ejército del Norte hasta la ciudad de Córdoba.
El gobierno consideraba imposible resistir al ejército del
brigadier Juan Pío Tristán, que avanzaba desde el Alto Perú, después de
haber recibido refuerzos en Suipacha, que elevaban su dotación a 4.000 hombres. La
intención del ´Triunvirato era retroceder hasta Córdoba, donde a las tropas de
Belgrano se unirían fuerzas procedentes de la región rioplatense. Ni siquiera
el llamado a las armas de todos los ciudadanos entre 16 y 35 años, y la
formación de un cuerpo irregular de caballería,
los Patriotas Decididos a las órdenes del valiente Eustoquio Díaz Vélez, permitían a Belgrano
oponer cabalmente resistencia.
El éxodo
El ejército español se presentó con cerca de 3.000 soldados, comandados
por Pío Tristán. Como respuesta, el 29 de julio Belgrano
dictó un bando que disponía la retirada.
La orden especificaba que la retirada debía dejar sólo campo raso frente
al enemigo, de modo de no facilitarle casa, alimento, ganado, mercancías ni
cosa alguna que le fuera utilizable. Los cultivos fueron cosechados o quemados,
las casas destruidas, y los productos comerciales enviados a Tucumán. El rigor de
la medida debió respaldarse con la amenaza de fusilar a quienes no cumplieran
la orden.
La población acató sin mayores actos la medida a partir de los primeros
días de agosto, demorándose algo más los vecinos pudientes, que requirieron de
Belgrano carretas para transportar sus bienes.
Siguiendo las órdenes de Belgrano, los habitantes de Jujuy, a los que se
sumaron algunos refugiados procedentes de Tarija y Chichas,
abandonaron sus hogares y arrasaron con todo lo que dejaban atrás, a fin que
las fuerzas realistas no pudiesen aprovechar ninguno de sus bienes y dejándolos
sin víveres para sus tropas.
El ejército finalmente comenzó también su retirada el 23 de agosto en
horas de la tarde; se arreó el ganado y se prendió fuego a las cosechas para
desguarnecer al enemigo. Belgrano fue el último en dejar la ciudad deshabitada.
El brigadier Tristán envió sus avanzadas a hostilizar a los que se
retiraban, dirigidos por el coronel Huici. Éste alcanzó a la columna sobre el
río de las Piedras, entablándose elcombate de Las Piedras el día 3 de
septiembre de 1812. La rápida reacción de Díaz Vélez logró allí una victoria,
cayendo en poder de los independentistas el mismo Huici.
El éxodo se detiene y presenta batalla
El éxito obtenido en el combate de Las Piedras por Díaz Vélez alentó a Belgrano a detener la
marcha. Ya desde antes, Belgrano se había apercibido que retirándose hasta
Córdoba en espera de la ofensiva de los realistas, éstos podrían fácilmente
esquivar las defensas en Córdoba y avanzar directamente sobre Buenos Aires.
De modo que, invitado por los tucumanos y contando con la colaboración
de la poderosa familia Aráoz -que estaba emparentada con su segundo, Eustoquio Díaz Vélez, (cuya madre era Aráoz) y
con el joven teniente Gregorio Aráoz de Lamadrid-, y
desobedeciendo las órdenes impartidas desde Buenos Aires de retirarse hasta la
ciudad de Córdoba, se haría fuerte en San Miguel de Tucumán, donde hizo frente a Pio
Tristán.
Comunicó esta decisión al Triunvirato, pero Rivadavia le contestó
ordenándole nuevamente seguir viaje hacia Córdoba. Cuando esa orden llegó,
Belgrano -junto con Díaz Vélez en su carácter de mayor
general- ya habían derrotado a Tristán en la batalla de Tucumán -la más importante en
la lucha de la Independencia Argentina- y habían obligado
a las tropas realistas a retroceder hacia el norte. De ese modo, los independentistas
recuperaron el control de esa región, control que se hizo completo con una
segunda victoria en labatalla de Salta.
Por otro lado, la victoria de Tucumán causó la caída del Primer Triunvirato y su reemplazo por
el Segundo, que apoyó más decididamente al
Ejército del Norte sin descuidar a Montevideo.
Como símbolo patrio la misma bandera fue donada por el general Belgrano
al Cabildo de Jujuy el 25 de mayo de 1813, como premio y homenaje a ese pueblo
que lo acompañó en el éxodo del 23 de agosto de 1812 y que posibilitó los
triunfos de Las Piedras, Tucumán y Salta. Su tela es de raso, consta de tres
paños y lleva pintado el escudo de la Asamblea de 1813. Su confección y pintado
se realizó en la ciudad de San Salvador de Jujuy.
Homenajes
El éxodo jujeño es recordado con gran estima por los habitantes de
Jujuy, que cada 23 de agosto conmemoran el mismo. Se considera que la acción de
los jujeños de 1812 constituyó un gran acto de heroísmo colectivo que permitió
las derrotas posteriores de los españoles. En
el año 2012 se celebrará el bicentenario del éxodo.
El 28 de octubre de 2002 fue promulgada la Ley
25.664, originada en un proyecto presentado en el Senado argentino, por la cual
se declaró — en conmemoración de la Gesta del "Éxodo Jujeño"— a la
provincia de Jujuy como Capital Honorífica de la Nación Argentina durante el
día 23 de agosto de cada año.
Eventos del Colegio San José Patrono por el
"Bicentenario del Éxodo Jujeño"
Exposición de libros, recitación y baile
Justa del saber, pintada y proyección